LA CATEDRAL
Resulta
tópico repetir que la Catedral de Palma de Mallorca es el volumen primario
de todo el conjunto urbano, imponiéndose por su masa no-solo a la ciudad,
si no a la propia bahía de Palma, desde donde la Catedral ofrece toda
su poderosa imagen, de su flanco sur que a no ser por sus potentes contrafuertes
y arbotantes que la perfilan como de obra de humana arquitectura, bien pudiera
interpretarse como si fuera un natural accidente del paisaje Isleño.El
Cristianismo llega pronto a estas islas mediterráneas, atestiguándolo
venerables restos de basílicas paleocristianas pero la historia de la
diócesis de Mallorca, comienza con la conquista de la isla por el Rey
D. Jaime I el Conquistador en 1229.
No obstante transcurrieron todavía unos años hasta que fue promovido
el primer Obispo D. Raimundo de Torrelles, a quien el Papa Gregorio IX le autorizo
a construir el primer cabildo de Catedral, compuesto de doce canónigos
(1240) haciendo depender a la nueva iglesia de la administración de la
Santa Sede frente a los pretendidos derechos jurisdiccionales que reclamaban
sobre ella los Obispos de Barcelona, Girona y Tarragona.
Sabemos que durante este periodo de tiempo se efectuaron obras en la Catedral
de Palma estas fueron hechas en 1230 y 1256. así como de consagraciones
parciales hechas por el segundo Obispo de Mallorca D: Pedro de Morella en el
año 1269 y 1271. Sin embargo unas y otras se refieren a actuaciones que
se hicieron en el viejo cuerpo de la Mezquita de la que nada sabemos sobre su
tamaño y disposición.
De este modo como sucedió en otras ciudades hispana- musulmanas como
Sevilla, Jaén, Granada o Córdoba se utilizo inmediatamente la
mezquita aljama islámica como iglesia mayor cristiana, introduciendo
leves cambios en su orientación en lo que a organización del culto
se refiere. Luego vendrían las construcciones de altares, capillas y
otras obras en general de poca importancia hasta que por fin llegaron la voluntad
y los recursos económicos para iniciar la reforma y construcción
de tan magnánima obra y darle un nuevo perfil cristiano. Todo esto sucedía
a la muerte de Jaime I que repartió sus estados entre sus hijos Pedro
III ( Aragón) y Jaime II ( Mallorca). Este en su testamento (1306) dejo
expreso deseo de ser enterrado bajo en una capilla que se construiría
bajo la advocación de la Santísima Trinidad en la Catedral de
santa Maria:
-Item volumus et mandamus quod in dicta eclesia Beata Maria sedis Majoricarum,
in loco decentis constructur una capella intitulada Santa et individuae Trinitaris
et ibi sit spacium sufficiens ad sepulturas ubi volumus sepelire. A la muerte
del Monarca en 1311 la obra ya debía estar iniciada, pero nada mas, pues
durante varios años sus restos mortales estuvieron en un lugar provisional
entre la nueva Catedral que empezaba a construirse y la vieja Mezquita que a
la vez se iba derribando.
Es decir que a principios del siglo XIV comienza la construcción de la
catedral por esta capilla de la trinidad junto al inmediato prebisterio que
nombrado en al documentación como cap nou. conocemos bajo el nombre de
la Capilla Real.
Estas obras se hicieron ya bajo el reinado del Rey D. Sancho y de su sucesor
en el trono D Jaime III, de tal manera que en el año 1327 esta cabecera
compuesta por las dos capillas citadas esta muy adelantada. La de la Trinidad
tiene de interés el estar concebida como una capilla funeraria de dos
plantas, una alta abierta a la iglesia y con arcosolios preparados para colocar
los cenotafios reales- solo labrados y colocados allí en el año
1946 por el escultor Federico mares.- y otra baja que utilizándose hoy
a modo de sacristía debió estar pensada para ser un panteón.
La historia de la construcción de la catedral Mallorquina estuvo muy
condicionada en los primeros años por las luchas que existieron entre
los Reyes de Aragón y de Mallorca, pues el Rey Jaime III perdió
la vida en el año 1349 frente a Pedro IV de Aragón, a cuya corona
se uniría a partir de aquella fecha en el reino Maioricarum. Se reinicia
así una segunda e importante etapa de en las obras de la Catedral que
coinciden con la segunda mitad del siglo XIV, cuando se abandona el proyecto
primero-según Durliat-de una nave única a favor de las 3 que hoy
en día conocemos.
El primer tramo de la nave central sé cerro hacia 1370 y en el se reunía
la gran aventura de uno de los mayores templos de góticos de la edad
media, pues sus maestros abordaron con gran riesgo una estructura que no-tenia
antecedentes, al menos de esta magnitud y esbeltez.
En este primer plano estaba ya planteada la Catedral toda aunque ello llevara
lo que resta de aquella centuria y las 2 siguientes, pues hasta 1592 no se puso
la primera piedra de la fachada de los pies.
El resultado final fue el de una formidable iglesia de tres naves con capillas
entre contrafuertes y una de crucero, situado sobre el quinto tramo y muy cerca
de la fachada. Su original cabecera de forma telescópica por el modo
en que sus volúmenes salen unos de otros, no tiene tampoco parangón
con otras iglesias de su estilo y tiempo, sobre todo por el salto de alturas
que se produce entre ella y las naves, salvado con tres enormes óculos
que aumentan grandemente la luminosidad de la Catedral.
Pero lo más sorprendente resulta ser el alzado interior de estas 3 naves,
de una gran altura la de en medio muy bien arropada por las dos laterales sobre
las que vuelan parejas de arbotantes estribados en potentes contrarrestos. Así
quedaba asegurado el equilibrio transversal de cada uno de los tramos, arrancando
todas las bóvedas cuatripartitas, centrales y laterales, de esbeltísimos
pilares ochavados que transmiten sensación de fácil ingravidez
y transparencia especial haciendo que tengamos que levantar la vista para alcanzar
los 44 metros de altura que acarician las bóvedas de la nave mayor.
En su interior y exterior podemos observar las claras marcas de las logias de
los canteros pertenecientes a la casa sagrada del Temple, quienes plasmaron
sus símbolos y cuidaron amorosamente del trazado trascendente de sus
estructuras. Basta con contemplar el pórtico norte de esta Catedral,
con el profundo simbolismo de sus figuras contrapuestas, para adivinar la mano
de sus constructores que tenían muy claros los limites sagrados de su
obra.